LA REALIDAD SUPREMA Y SU TEOFANÍA DEFINITIVA. EL HIJO DEL HOMBRE. EL HOMBRE
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El título que nos ofrece el autor, bien conocedor del tema, es extraordinariamente importante en orden a abordar con la seriedad debida el sentido denso y profundo de la Cristología. Presenta, en primer lugar, el significado etimológico del título Hijo del hombre¿. No aparece en nuestros diccionarios y en el Nuevo Testamento los evangelios lo ofrecen en exclusiva. Fuera de ellos aparece únicamente en cuatro excepciones.Una vez que nos ha ofrecido la opción más probable del mismo, la explica estableciendo el desarrollo del título en conexión íntima con el Reino de Dios. De ahí el título del capítulo segundo: El Hijo del hombre y el Reino¿. Las dos expresiones se hallan en conexión estrecha, aunque cada una de ellas tenga sus matices propios procedentes de los distintos contextos en que Jesús los utiliza y de la procedencia diversa u origen de las mismas.Desarrolladas las ideas precedentes, el capítulo tercero las justifica mediante el recorrido y la trayectoria en que es utilizada en los evangelios sinópticos distinguiendo las tres fases sucesivas: la utilización durante el misterio terreno de Jesús»;HOLAHOLA;» el desarrollo de los aspectos apocalípticos y los relativos a la parusía.La complejidad del tema exigía un desarrollo más amplio y profundo, que nos es ofrecido en el evangelio de Juan. Los títulos del mismo responden a las exigencias y perspectivas ofrecidas en el cuarto evangelio. Lo tenemos en el capítulo quinto.También nos ofrece una breve explicación de las cuatro excepciones que el título nos ofrece fuera de los evangelios sinópticos (capítulo IV). Así como la dimensión existencial, que ha sido colocada al final del capítulo cuarto.
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